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La confiscación de la Universidad Centroamericana de Nicaragua, la UCA, ocurre en el contexto de la conformación de la dictadura familiar Ortega-Murillo en un tipo totalitarista con rasgos de tipo Talibanesco en Nicaragua. En particular, esta crisis política de Nicaragua está dibujada por este tipo de gobierno y la fuerza que posee en la etapa en que se encuentra. La cruda realidad es que el futuro de Nicaragua depende de las consecuencias que surjan del fracaso de este modelo (porque es un modelo fallido), y del grado de la destrucción causada por esta dinastía. Es responsabilidad de la comunidad internacional apoyar a los Nicaragüenses a mitigar esas consecuencias desastrosas.
Régimen Talibanes de la dictadura familiar de los Ortega-Murillo en Nicaragua
El régimen que se está instaurando, se diseñó antes de liberar a los presos políticos y se introduce de lleno en el 2023, es de naturaleza totalizante con rasgos talibanescos. Es una dictadura familiar totalizante que trata de penetrar un culto al líder y su imagen caudillista como salvador. Después de haber criminalizado la democracia, el régimen construye su nuevo modelo este año.
El gobierno actual es totalizante y con rasgos talibanescos porque es un sistema político que introduce un mecanismo de control centralizado y subordinado a la dinastía, no al Estado mismo, y que sustituye normas democráticas de conducta sobre el conocimiento, la creencia y el comportamiento social e individual para que obedezca un credo que la dinastía está conformando. La dinastía familiar opera como un clan, el Orteguismo-Murillista, con su círculo de poder, dentro de la tribu Sandinista que opera como un eje minoritario frente al universo social Nicaragüense. Este clan tiene un culto, unos pocos seguidores, una estructura represiva apoyada en la violencia con una milicia que ha venido reclutando desde los asesinatos del 2018, y un sistema mediático de censura, desinformación y formación para la obediencia a la dinastía.
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