Este artículo también está disponible en:
Inglés
Un artículo reciente en The Economist (en inglés) especula que, después de muchos años de progreso limitado, la tecnología educativa finalmente puede estar a punto de producir una mejora significativa en el aprendizaje, además de cambiar radicalmente la manera en que funcionan las escuelas. Nota el creciente interés por los programas de «aprendizaje semipresencial», en la que los estudiantes aprenden al menos una parte de su material a través de los contenidos en línea y la instrucción, y en flipped classrooms (aulas volteadas), donde los estudiantes primero aprenden los temas de estudio por sí mismos a través de vídeos o computadoras, y luego trabajan con los maestros en las aulas para aplicar lo que han aprendido. Clave para este progreso ha sido el desarrollo de «aprendizaje adaptativo», en que un programa informático mide continuamente el aprendizaje de los niños, y utiliza esa información para ajustar la materia y los ejercicios previstos. El requisito de la ley No Child Left Behind (Que ningún niño se quede atrás) de medir el aprendizaje del estudiante en las escuelas públicas estadounidenses, también ha contribuido al aumento de énfasis en la tecnología para los sistemas educativos.
Determinando cuáles tecnologías combinan efectividad con bajo costo sigue siendo un desafío. También existe una resistencia importante por parte de los sindicatos de maestros, que están preocupados que la tecnología aportará una mayor supervisión por los directores, y menos puestos de trabajo para los maestros. Pero la combinación de la tecnología, cada vez más sofisticada, con amplia experimentación y la caída de los costos pronto podría cumplir con los beneficios que han sido largamente prometidos por las tecnologías educativas como la radio, televisión, películas, computadores y CD-ROM, pero aún no entregadas.
Fuente de la imagen: The Economist