WikiLeaks y Latinoamérica
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WikiLeaks ha hecho más complicada la diplomacia internacional para los EE.UU. o al menos más incómoda. Ni los ciudadanos de Latinoamérica ni los de cualquiera otra región del mundo podrán evitar la agonía de saber exactamente qué es lo que Washington piensa de sus países o sus dirigentes. Tan sólo ha sido liberada una fracción minúscula de los 250.000 documentos – cerca de 20.000 de ellos provienen de embajadas de EE.UU. en América Latina – prometidos por WikiLeaks, pero los materiales que se han publicado dan una idea de lo que queda por venir. Lo que se ha visto sobre Latinoamérica no es tampoco soprendente ni particularmente vergonzoso. De hecho, un cable que habla de las cuestiones constitucionales que rodean el golpe de 2009 en Honduras demuestra la capacidad de la embajada de EE.UU. para entender el tema y su contexto, y su capacidad para realizar un análisis sofisticado y equilibrado. Los documentos que muestran que oficiales de la seguridad de Estados Unidos y de Brasil trabajaron más estrechamente juntos de lo sospechado es un elogio para ambos países, a pesar de que las autoridades brasileñas deban dar algunas explicaciones a sus electores. Que los diplomáticos de EE.UU. trabajaron duro, incluso super duro, para promover las actividades empresariales americanas en el extranjero no sorprenderá a muchos latinoamericanos, y no desagradará a sus compatriotas. Sin embargo, el próximo lote de materiales a filtrar puede no ser tan amable. Un documento, por ejemplo, se rumorea que comenta la estabilidad mental de la Presidenta argentina, Cristina Fernández. Dado que los documentos han venido para revelar una obsesión de EE.UU. con Irán, no es difícil anticipar que la conexión de Brasil con Teherán será objeto de considerable atención en los 2.000 cables que provienen Brasilia, probablemente la mayoría de ellos poco agradables. Los 2.500 de Bogotá seguramente hablarán sobre abusos de derechos humanos y otro desabridos aspectos de las batallas del gobierno colombiano contra las guerillas y el narcotráfico, desde que estos formaron parte del debate sobre el Tratado de Libre Comercio. Aún así, nadie va a enterarse de mucho más con las filtraciones de WikiLeaks. Lo más que revelan los materiales tienden a confirmar – aunque a menudo sea de una manera cruda e incómoda – lo que la mayoría de nosotros ya habíamos creído o sospechado. Este material no va a cambiar a nadie la idea de cómo trabajan el mundo o Washington.