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La estrategia de sanciones del presidente Trump contra Venezuela demuestra compromiso pero resulta ineficaz; prohibir que un pequeño grupo leal a un régimen viaje a Estados Unidos hará poco por cambiar la situación. Para ayudar a restaurar la democracia venezolana, un enfoque efectivo debe combinar un uso muy particular del poder unilateral de Estados Unidos con un compromiso multilateral renovado y objetivos articulados claramente —incluyendo la defensa de la democracia a través de la presión diplomática, no del uso de la fuerza— que puedan obtener el apoyo de la comunidad regional e internacional.

La explicación oficial de la inclusión de Venezuela en la prohibición de viaje más reciente de la administración de Trump —conocido en inglés como el travel ban— es la falta de cooperación para verificar si sus ciudadanos representan una amenaza a la seguridad pública o nacional de Estados Unidos. Sin embargo, es difícil ignorar la conclusión de que incluyeron a Venezuela en el veto de viaje para proporcionar una justificación legal al objetivo de Trump de un “cierre total y definitivo” contra los musulmanes que entran a Estados Unidos. La prohibición podría hacer avanzar una estrategia de sanciones que no ha logrado ganar terreno contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro, pero hará poco para proteger a Estados Unidos.

Lea el artículo completo en The New York Times.

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