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Para todo el que venga siguiendo el creciente autoritarismo de Venezuela — y la tragedia interminable que afecta a este país — no sorprende la sentencia de la jueza Susana Barreiro, que condenó a Leopoldo López a casi 14 años de prisión el pasado 11 de septiembre.
Algunos esperaban una condena menos severa, a fin de contener las protestas ciudadanas, pero nadie pensaba seriamente que el proceso judicial cumpliría con los estándares mínimos de justicia y debido proceso, algunos de los términos, en todo caso, que se usaron para describir el juicio — «farsa», «simulacro», «vergonzoso» — han sido muy suaves.