La VII Cumbre de las Américas será recordada por la histórica participación de Cuba en el proceso que lleva dos décadas y por el avance hacia la normalización de las relaciones entre Washington y La Habana. La política de Estados Unidos hacia Cuba ha sido por mucho tiempo un irritante en las relaciones entre EE.UU. y Latinoamérica. La oposición de América Latina hacia la política estadounidense para Cuba ha sido uno de los pocos asuntos que ha unido a una región que suele estar dividida.
Hace casi cuatro meses, el Presidente Barack Obama anunció que medio siglo había sido suficiente para una política fallida. Era momento para un nuevo acercamiento. Ese giro fundamental y el encuentro entre Obama y el Presidente cubano, Raúl Castro, le dio a la cita de Ciudad de Panamá algo de dramatismo y un sabor distintivo.
Al principio, las autoridades de Estados Unidos se resistieron agresivamente al pedido de varios líderes de América Latina para hacer del debate sobre las drogas un tema prioritario de discusión durante la VI Cumbre de las Américas en Cartagena, entre el 14 y 15 de abril. No sin justificación.
Treinta y tres de los 35 líderes de la región se espera que aparezcan en Cartagena, Colombia el sábado para participar en la VI Cumbre de las Américas. La discusión anticipada de varios de los temas más controvertidos -incluyendo el rol de Cuba en los asuntos regionales, las alternativas a las actuales estrategias antidrogas, el reclamo de Argentina sobrelas Islas Malvinas/Falkland Islands-podría hacer que esta Cumbre sea particularmente trascendental, o podría resultar, simplemente caliente y polémica.
La presidenta argentina Cristina Fernández ha aumentado sus llamamientos al sentimiento nacionalista para recuperar su apoyo político interno, que ha caído desde que comenzó su segundo mandato en diciembre.