Esta tercera jornada titulada “Impactos de la pandemia en el bienestar docente – Conocer los efectos y prepararnos para la reapertura” buscó compartir la experiencia de los docentes latinoamericanos durante la pandemia, al igual que presentar instrumentos y distintas alternativas existentes para conocer el estado anímico y emocional de los docentes, y así aproximarse a la dimensión socioemocional en este contexto particular.
El evento fue moderado por Sandra García Jaramillo, profesora asociada en la Escuela de Gobierno de Universidad de los Andes y non-resident senior fellow en el Programa de Educación del Diálogo Interamericano. La jornada contó con la participación de Elena Duro, directora ejecutiva del Programa Presencia en Educación de Argentina; Joaquín Walker, director ejecutivo de Elige Educar, Chile; Marina Ferraz, coordinadora de investigación en el Instituto Península, Brasil; Claudia Romero, directora del Programa de Alta Dirección Escolar de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), Argentina y; Leandro Chernicoff, director académico y de investigación en AtentaMente, México.
Elena Duro dio inicio al panel con la experiencia del Programa Presencia en Educación, el cual ha sido implementado en Argentina. Este es un programa de formación docente, basado en la relación entre la neurociencia y el bienestar. Duro explicó que la investigación científica demuestra que la práctica sostenida en atención, regulación emocional, discernimiento, y cultivo de actitudes prosociales tienen un enorme impacto en el bienestar personal y colectivo, un mayor sentido y propósito en la vida, mejores conexiones con otros, aumentos en la integración cerebral, mejoras en la función inmunológica, y demás. Con base en esto, diseñaron el Programa Presencia para fortalecer los recursos emocionales de los docentes.
El desarrollo emocional requiere de una práctica sostenida y sistematizada. En este marco, el Programa Presencia en Educación creó nueve módulos con su contenido y prácticas. Entre otras temáticas los módulos tratan: las emociones, los pensamientos, las actitudes, comunicación efectiva, consciencia social, clima institucional, etc, los cuales giran alrededor de cuatro objetivos: consciencia, compasión, actitudes prosociales, e inteligencia colectiva y acción comprometida. Duro comentó que el curso piloto contó con aproximadamente 500 docentes y, alrededor de 15 sesiones. Para los resultados finales, utilizaron un modelo evaluativo con diversas métricas y escalas, para medir, por ejemplo, depresión, cansancio, ansiedad y “mindfulness”, entre otros. Tuvieron resultados positivos, el 97 por ciento de los participantes consideró que su bienestar emocional mejoró, el 92 por ciento consideró que luego del programa cuenta con mayores recursos para gestionar su estado emocional y, el 87 por ciento está dispuesto a seguir ejercitando las prácticas adquiridas. En lo transcurrido del año han incorporado a 1500 docentes al programa, y en la segunda mitad esperan incorporar 5000 más. También se están expandiendo fuera de Argentina, comenzando en Panamá.
Continuó Joaquín Walker, con su intervención sobre la labor e investigación que ha hecho Elige Educar, una ONG dedicada a fortalecer la profesión docente en Chile. Durante la pandemia, el equipo de Elige Educar elaboró una serie de tres encuestas que alcanzó a 7000 docentes para evaluar los procesos de enseñanza y los costos en salud mental de profesores de Chile en ese periodo. Los resultados mostraron altos niveles de estrés y cansancio. Walker explicó que, aunque estos niveles probablemente se vieron en todos los ámbitos profesionales durante la pandemia, la profesión docente tiene la particularidad de ser el pilar emocional de niños, niñas y jóvenes. Compartió que en las encuestas los profesores clasificaban el “bienestar de los estudiantes” como un aspecto más importante que mantener el nivel de aprendizaje, llevándolos a la conclusión que “sin bienestar, no hay aprendizaje”. Por último, Walker concluyó haciendo referencia a los altos niveles de adaptabilidad e innovación que tuvieron lugar durante la pandemia. Los profesores utilizaron diversas plataformas para estar comunicados con los estudiantes y continuar el proceso educativo.
Luego, Marina Ferraz compartió investigaciones elaboradas por el Instituto Península sobre los sentimientos y la percepción de los docentes brasileños en las diferentes etapas de la pandemia. Ferraz presentó los resultados de las encuestas que midieron los sentimientos de los profesores, mostrando sobrecarga, ansiedad y cansancio. Estos resultados fueron muy similares a los compartidos por Walker, dando cuenta de una experiencia compartida por los docentes de la región en este tiempo. Otro punto en común entre ambas presentaciones fue la cuestión de género, siendo las mujeres las más afectadas, ya que, por un lado, son la mayor parte del cuerpo docente, y a la vez muchas tienen el rol de cuidadoras de la familia.
Ferraz compartió que la mayor preocupación de los profesores durante la pandemia fue la salud mental y física de sus alumnos, por encima de cualquier otra preocupación o su propia salud mental, la cual se deterioró. Las encuestas mostraron que el 84 por ciento de los profesores no se sintieron preparados para la educación remota, entre otras cosas porque 88 por ciento nunca había dado clases a distancia. Aquí Ferraz notó una diferencia entre los profesores que enseñan a distintas edades, mostrando que aquellos que lo hacen a estudiantes de 17 años en adelante eran los que más preparados se sentían, mientras que los que enseñan a niños y niñas más pequeños se sentían menos preparados. Los profesores tuvieron un miedo continuo a que los estudiantes abandonaran la escuela, y las encuestas muestran que esta preocupación era mucho más marcada en los profesores que en las familias de los estudiantes (percepción profesores: 61 por ciento, percepción familias: 33 por ciento). Por último, Ferraz mencionó algunos de los legados que dejará la pandemia, por ejemplo, valoración de la profesión docente, importancia de la tecnología para uso pedagógico y surgimiento de formas más dinámicas de estudiar y aprender.
Claudia Romero continuó con la siguiente intervención, la cual, a diferencia de las anteriores, se centró en la dimensión socioemocional de directivos escolares de Argentina durante la pandemia. Los directores fueron los principales responsables de continuar con el marco institucional de la educación durante la pandemia. Contaron con retos distintos a los ya mencionados, ya que tuvieron que planear el funcionamiento de las escuelas en contextos de altísima incertidumbre. Romero presentó los resultados preliminares de una investigación llevada a cabo por el Programa de Alta Dirección Escolar de la Universidad Torcuato Di Tella que buscó conocer el estado socioemocional de los directores al final del ciclo escolar del 2020 y cuáles son sus principales preocupaciones y necesidades profesionales. Participaron de la investigación252 directivos que tienen incidencia en aproximadamente 87000 alumnos (se trató de una muestra por conveniencia no representativa).
Las encuestas midieron los niveles emocionales de los directores en la Escala de Burnout, o MBI (referente a cansancio emocional, despersonalización y realización personal). Los resultados preliminares mostraron que: más edad de los directivos se correlaciona con menor cansancio emocional; más antigüedad como directivo se correlaciona con mayor despersonalización; escuelas con matrículas heterogéneas se correlaciona con mayor cansancio emocional y despersonalización y; el nivel secundario se correlaciona con mayor despersonalización. Una de las conclusiones preliminares extraídas al final de la investigación fue el fenómeno doble de sobrecarga y satisfacción laboral. Para muchos directores, la realización personal fue muy alta, ya que al final del año sentían una satisfacción de haberlo logrado. Sin embargo, estos mismos directores tenían altos niveles de cansancio y sobrecarga. Romero concluyó recalcando que, para tener escuelas fuertes y sanas, se necesitan directores fuertes y sanos.
La última intervención del panel la dio Leandro Chernicoff de AtentaMente, quien habló sobre la educación socioemocional en México antes, durante y después de la pandemia. Comenzó con el antes, notando que la educación socioemocional es parte del currículo nacional de México desde el 2016. Esto muestra un reconocimiento de la importancia de la educación socioemocional para los estudiantes y la necesidad de la formación docente en el tema. Durante la pandemia, las encuestas realizadas por AtentaMente mostraron una realidad en México muy similar a aquellas presentadas anteriormente por Duro y Romero, en términos de niveles de ansiedad, cansancio y sobrecarga en los docentes. En este marco, AtentaMente realizó cursos virtuales durante la pandemia, para apoyar y acompañar a los docentes. Chernicoff finalizó hablando del después, que conlleva una preparación para el regreso a las aulas, reconociendo y reafirmando la necesidad de la educación socioemocional en ellas y estando muy atentos a los efectos y consecuencias que la pandemia puede tener en la salud mental.
La jornada finalizó con una conversación entre todos los panelistas en la cual se recalcó cómo la pandemia mostró la importancia de la dimensión emocional de la escuela. Los participantes del evento preguntaron sobre el aspecto investigativo y los datos con que los diferentes países contaban antes de la pandemia en estos temas. En este punto, los panelistas hicieron eco uno del otro, relatando experiencias similares en donde daban cuenta que no existía suficiente información sobre el bienestar socioemocional antes de la pandemia. Aquí, se mencionó que esto debe verse como experiencia de aprendizaje, llevando a la pregunta central, ¿cómo podemos incorporar sistemáticamente evaluaciones acerca del bienestar de estudiantes y docentes? Finalmente, se concluyó dando recomendaciones para la reapertura de las escuelas, enfatizando la importancia de la confianza y apoyo entre todas las partes—escuela, familia, estudiantes y gobierno.
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