Las señales mezcladas de Washington
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El 14 de junio de 2022 tuvo lugar el evento en línea durante el cual se presentaron los principales hallazgos del Grupo de Trabajo sobre el Cambio Climático en el Triángulo Norte. El Diálogo Interamericano reunió una diversidad de perspectivas en el Grupo de Trabajo, convocándoles a elaborar una serie de informes de política sobre cómo la ayuda de los Estados Unidos puede mejorar la adaptación al cambio climático en esta región, habida cuenta de su alta vulnerabilidad.
Tras unas breves palabras de apertura por parte de Dra. Rebecca Bill Chávez, presidenta y CEO del Diálogo, el evento discurrió en dos momentos. Primero, se desarrolló una exposición de las conclusiones de los tres informes por parte de Lisa Viscidi, non-resident fellow del Diálogo y senior manager de práctica de gobierno y servicios públicos de Deloitte, y MK Vereen, asistente del Programa de Energía, Cambio Climático e Industrias Extractivas del Diálogo. Después, Nate Graham, director interino del mismo programa, moderó un panel compuesto por tres miembros del grupo de trabajo.
La presentación de las conclusiones inició con una precisión: el proyecto del grupo de trabajo estuvo enmarcado con un enfoque de justicia climática; es decir, el punto de partida de los análisis fue el reconocimiento del impacto desproporcionado del cambio climático sobre algunos grupos poblacionales (en específico, aquellos afectados por formas de marginalización basadas en etnia, género, edad o nivel de ingresos). Luego, se reportaron los hallazgos principales respecto a los impactos de la crisis climática sobre estos grupos en temas como agricultura, agua, energía y finanzas. A continuación, se presentaron algunas recomendaciones para encaminar la ayuda estadounidense hacia una mejor respuesta a estos desafíos de adaptación climática, como parte de los esfuerzos para atender las causas fundamentales de la migración en la región. También se expusieron recomendaciones específicas para hacer esta asistencia más eficaz, sostenible y localmente dirigida por medio del compromiso con la sociedad civil, el apoyo a la programación educativa y al acceso a la información climática, el fortalecimiento de la planificación de la adaptación por parte de los gobiernos subnacionales y las asociaciones con el sector privado.
Posteriormente, los panelistas complementaron la presentación. Primero tomó la palabra José Daniel Madrigal —miembro fundador de la organización climática juvenil Sustenta Honduras— quien señaló que los jóvenes se encuentran entre los sectores que más sufren las consecuencias de la crisis climática y la falta de oportunidades. Por eso propuso, entre otras recomendaciones, impulsar la creación de incubadoras para organizaciones juveniles enfocadas en temas de adaptación climática como un mecanismo de capacitación y un punto de encuentro con los gobiernos, el sector privado, la academia y otras partes interesadas. Tal línea de acción podría enlazarse con otras iniciativas regionales como la Alianza para el Desarrollo en Democracia; igualmente, podría servir para acercar a la ciudadanía y a los jóvenes a la acción climática mediante oportunidades de bajo costo como, por ejemplo, las soluciones basadas en la naturaleza.
Enseguida, Graciela Coy, presidenta de la Asociación Ak’ Tenamit de Guatemala, añadió que las fuertes lluvias e inundaciones asociadas al cambio climático afectan más notoriamente a comunidades rurales e indígenas, como es el caso de los habitantes de la costa Caribe de Guatemala. A fin de contrarrestar el efecto multiplicador del cambio climático sobre la migración, es indispensable mejorar la asistencia técnica y financiera de agencias como USAID. Tal labor requiere que dichas organizaciones revisen su política de interacción con las organizaciones locales, así como su voluntad de cooperar con nuevos socios, haciendo énfasis en la participación de mujeres, indígenas y jóvenes en la ejecución de los proyectos de adaptación
Por su parte, Leyla Zelaya, coordinadora nacional de CityAdapt San Salvador, destacó la centralidad de la adaptación en las ciudades, en tanto la mayoría de la población del Triángulo Norte (alrededor del 70 por ciento en El Salvador) se concentra en áreas urbanas. Lo anterior genera una sobrecarga de los ecosistemas y un subsecuente incremento de eventos como inundaciones y deslizamientos. En consecuencia, resaltó también la pertinencia de usar medidas costo-efectivas, previamente co-construidas y diseñadas participativamente con las comunidades locales, como las soluciones basadas en la naturaleza. Muestra de los co-beneficios de este enfoque son las zanjas de infiltración en las partes altas del volcán de San Salvador, que sirven tanto para recolectar y aprovechar el agua de lluvia, como para evitar inundaciones en las zonas bajas.
Finalmente, los tres panelistas coincidieron en la importancia de trabajar en dos direcciones. Por un lado, destacaron la pertinencia de articular los programas de adaptación con instrumentos como el Acuerdo de París, sobre todo a la luz de las necesidades y realidades de los gobiernos locales. Por otro lado, hicieron énfasis en el fortalecimiento y ampliación de la red de actores que participan en el ecosistema de la adaptación climática, más allá de las comunidades y gobiernos locales. En particular, se coincidió en el valor de incentivar la vinculación del sector privado para formular proyectos mejor estructurados y orientados hacia las necesidades locales.
La grabación incluye partes en inglés y español. Se proporcionó interpretación simultánea a través de Zoom durante el evento en vivo.
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