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Gane quien gane, en las elecciones de noviembre 2024 en Estados Unidos tendrá en el 2025 una agenda global con la que lidiar frente a los autócratas del mundo. Es importante que la política exterior de Estados Unidos asuma un liderazgo para prevenir más daños a la gente en el mundo, y evitar mayores olas migratorias, derrumbes económicos o cambios geopolíticos.
El autoritarismo crónico en estancamiento
Después de la concentración del poder, muchos de los llamados líderes, como en Honduras, están tratando de contener la libertad de sus ciudadanos. Pero una vez que se da la concentración del poder pasan al estado de excepción y represión. Y cuando se monopoliza el poder, la radicalización autoritaria se torna casi irreversible. Y entre más años esté en el poder un dictador, menor el Estado de derecho, mayor la inestabilidad, la migración, y la pobreza. La dictadura de Nicaragua ha dejado a sus ciudadanos sin acceso a educación formal, con la eliminación de sus centros académicos más importantes, con la destrucción casi total de las organizaciones de la sociedad civil, y con el cierre de medios independientes, más la expulsión de más de 800,000 ciudadanos.
Es vital que el mundo democrático ponga un alto al declive democrático. De hecho, este declive está entrando en una etapa de estancamiento, a pesar de que ciertos populismos están tratando de aprovechar sus nuevas cuotas de poder. En los próximos 18 meses ocurrirán elecciones en al menos ocho dictaduras (Argelia, Azerbaiyán, Jordania, Egipto, Bielorrusia, Uganda, Tayikistán y Kirguistán), y en otros países que quieren replicar el modelo autoritario, como Honduras.
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