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¿Cuál es su análisis sobre las condiciones en las que el gobierno de Estados Unidos ha tomado estas medidas? ¿Está Ud. de acuerdo con ellas?
Todavía no sabemos quién es el responsable de los ataques tan inquietantes contra los diplomáticos estadounidenses que prestan servicios en Cuba. Sin embargo, parece casi seguro que su objetivo fue abrir una brecha entre Estados Unidos y Cuba. En esto, están teniendo éxito. A partir de diciembre de 2014, los gobiernos del presidente Obama y el presidente Castro tomaron medidas históricas para trazar un nuevo rumbo en las relaciones entre sus países. Ese acercamiento significativo, pero frágil, está ahora en grave peligro. Si bien la Administración Trump no ha denunciado que el gobierno cubano sea responsable de los ataques, es comprensible que haya exigido una explicación sobre estos ataques sin precedentes que ocurrieron en territorio cubano.
El presidente Castro dio un paso positivo al permitir que el FBI visitara la Isla para investigar pero, en última instancia, Cuba debe asumir la responsabilidad de averiguar qué sucedió y responsabilizar a las partes responsables de manera transparente. La Administración Trump, aunque cuidadosa en no llegar a conclusiones, ha saltado a la acción precipitada: retirar a personal en la Embajada de Estados Unidos en La Habana, expulsar a diplomáticos cubanos de Washington y asesorar a los ciudadanos estadounidenses en contra de viajar a Cuba. Si bien la seguridad para los diplomáticos debe ser una preocupación primordial para la Casa Blanca, es probable que estas acciones dañen los intereses de Estados Unidos y no hagan nada para resolver el misterio de los ataques sónicos. Cabe destacar que la Asociación de diplomáticos estadounidenses se opuso a los retiros del personal. Un primer paso mejor habría sido probar de manera más directa la decisión del gobierno cubano de cooperar en la investigación de los ataques, y evaluar acciones adicionales basadas en un conjunto más completo de hechos.
¿Cuáles podrían ser las consecuencias de estos hechos para el estado actual de las relaciones entre los distintos actores no estatales de ambos países?
Gran parte del enfoque del acercamiento entre Estados Unidos y Cuba durante la Administración de Obama fue sobre los lazos de gobierno a gobierno, incluidas las reuniones de alto nivel, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, la profundización de la cooperación en áreas de interés mutuo como la ley la observancia y la protección del medio ambiente, y el diálogo franco incluso en cuestiones polémicas como los derechos humanos. Quizás igual de importante, sin embargo, fue la expansión significativa en los lazos entre los actores no estatales, ya sean científicos, estudiantes o ciudadanos comunes que se beneficiaron de regulaciones de viajes más flexibles (tanto en Estados Unidos como en Cuba). Estos lazos ahora están sufriendo. La revocación por parte de la Administración Trump de visitas individuales de “personas a personas” como una categoría permisible de viajes propositivos y la emisión de una “advertencia de viaje” amplia limitará el número de visitantes de Estados Unidos que pueden compartir sus experiencias y perspectivas con el pueblo cubano. La decisión de reducir radicalmente la embajada de Estados Unidos en La Habana hará que sea mucho más difícil para los cubanos visitar Estados Unidos. Bajo el nuevo status quo, tanto los cubanos como los estadounidenses pierden.
¿Cree usted que existe la voluntad política de ambos gobiernos para superar este obstáculo, o es el comienzo del deterioro (de nuevo) de la relación bilateral?
La voluntad política para salvar una relación mejorada con Cuba es prácticamente inexistente en la Administración Trump. Si bien el retroceso del presidente Trump a las políticas de la era de Obama hacia Cuba fue más estridente en retórica que en la práctica, hay poco impulso en la Casa Blanca para hacer algo afirmativo para rescatar la relación bilateral de su actual espiral descendente. A juzgar por algunos de los pasos tomados por el presidente Castro en respuesta a los ataques contra los diplomáticos de Estados Unidos, puede haber una mayor voluntad política en el lado cubano para evitar esa espiral descendente. Sin embargo, lejos de resolver el misterio y castigar a los responsables, cualquier voluntad política que exista en Cuba es poco probable que haga una impresión en la Administración Trump. El presidente Obama y el presidente Castro lograron cambiar la relación bilateral de manera fundamental, lo que es más importante al cambiar la forma en que Estados Unidos y Cuba se miraron durante más de medio siglo. A la larga, esto ofrece razones para esperar que se pueda superar el estancamiento actual. Sin embargo, ha ocurrido un deterioro significativo en las relaciones bilaterales y parece probable que permanezca durante toda la Administración Trump.
¿Cómo influiría este conflicto en el nuevo gobierno cubano que asumirá en 2018?
La transición cubana en 2018 siempre se guiará y gestionará cuidadosamente, y se negará a los cubanos la oportunidad de elegir a su próximo líder de manera más democrática; esto independientemente de la política de Estados Unidos. Un objetivo importante de la Administración Obama, en la cual serví, fue ayudar a los cubanos a dar forma a su propio futuro a más largo plazo, ampliando sus oportunidades económicas, su acceso a la tecnología y la información y sus relaciones con los ciudadanos de Estados Unidos. Pero, en última instancia, es el propio gobierno cubano el que determinará si las esperanzas y ambiciones de los cubanos se cumplen; es por ello que aprovechamos todas las oportunidades que tuvimos para instar al gobierno de Castro a respetar los derechos humanos universales de sus ciudadanos y ampliar su libertad política y económica. Es probable que el deterioro actual de las relaciones diplomáticas fortalezca a aquellos tanto en Estados Unidos como en Cuba que favorecen la comodidad familiar de un antagonismo estático de la Guerra Fría, sobre las crecientes expectativas generadas por una nueva dinámica de Estados Unidos en Cuba.