Un golpe mortal a la democracia
Nicaragua se acerca al precipicio. En 2006, Daniel Ortega se vistió de oveja para llevar a cabo su campaña, pero sacó su lobo interior una vez que llegó el poder.
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Durante más de una semana, al final del mes pasado, Nicaragua se vio sacudida por manifestaciones masivas, encabezadas por jóvenes que exigían el fin del gobierno corrupto del presidente Daniel Ortega. Las fuerzas de seguridad de Ortega, cuyo régimen está bajo presión, detuvieron a cientos de manifestantes y decenas de ellos perdieron la vida.
Las protestas terminaron después de que Ortega, con la intermediación de la Iglesia católica, acordó reunirse con la oposición, pero no se llegó a ningún acuerdo sobre cuándo se llevará a cabo ni qué se discutirá.
Para que la endeble democracia de Nicaragua tenga posibilidades de subsistir, los distintos grupos de la oposición deben unirse en una misma agenda para negociar con el presidente. Su objetivo deberá ser restablecer el Estado de derecho a través del fortalecimiento de instituciones independientes y democráticas. Su meta a largo plazo deberá ser la remoción de Ortega, pero mediante elecciones.
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Nicaragua se acerca al precipicio. En 2006, Daniel Ortega se vistió de oveja para llevar a cabo su campaña, pero sacó su lobo interior una vez que llegó el poder.
Hace más de un año, mientras Donald Trump lanzaba una de sus ya habituales diatribas llena de insultos y falsedades, le pregunté a un amigo argentino si había escuchado un discurso tan agresivo de un funcionario público antes. “Seguro”, me respondió, “pero nunca en inglés”.
Seis tendencias y una consideración sobre el cambio político de un régimen que es insostenible a largo plazo