Algunos países de América Latina han puesto en marcha programas que contemplan tranferencias financieras a las familias más pobres, con el fin de evitar que el aprovechamiento escolar de los niños y jóvenes se vea afectado por enfermedades o desnutrición, o por la necesidad de realizar labores que dificulten su asistencia a la escuela.
Especial interés despiertan los programas que conciben en forma integral apoyos a la educación, salud y nutrición, que parecen ser bastante exitosos en mejorar las capacidades de muchas familias para para avanzar en la superación de la pobreza. Es el caso de PROGRESA en México y del Programa de Asignación Familiar (PRAF) en Honduras. Igualmente interesante es la experiencia de Beca Escuela —o Bolsa Escola— en Brasil, que otorga aportes monetarios a familias con ingresos per cápita por debajo de la mitad del salario mínimo, bajo el compromiso de éstas de enviar a sus hijos a la escuela.
Recientemente, la Oficina Internacional del Trabajo de Naciones Unidas y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) han declarado que estos programas son instrumentos clave en el combate a la pobreza y han propuesto implementarlos en otros continentes, en particular África.