Una respuesta al editorial del Washington Post sobre la OEA
La OEA debe ser reformada, pero los cambios deben surgir de un análisis preciso de los problemas que enfrenta América Latina y la OEA.
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El 9 de septiembre, el Dialogo Interamericano convocó un evento virtual enfocado en el estado actual de la Carta Democrática Interamericana 20 años después de su creación. Durante el evento “20 años de la Carta Democrática en las Américas”, los panelistas debatieron sobre la corrosión actual del estado de derecho en la región y los desafíos que la Carta está afrontando ante este deterioro democrático. Michael Shifter, presidente del Dialogo Interamericano, presentó sus observaciones preliminares y la jornada fue moderada por Santiago Canton, director del programa Peter D. Bell del Dialogo Interamericano. El Secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, introdujo una presentación que precedió las observaciones de los panelistas Diego García Sayan, relator especial sobre la Independencia de Jueces y Abogados de las Naciones Unidas y Mariclaire Acosta, presidenta de Justicia Transicional en México (JTMX).
En sus comentarios iniciales, Shifter rememoró la signatura de la Carta Democrática el 11 de septiembre del 2001 y destacó la importancia histórica que este evento tuvo para la región. Shifter nombró varios instantes en la cual la Carta Democrática ha sido invocada a lo largo de los años, además de presentar los diferentes llamados a reformas que este documento ha recibido. Shifter concluyó sus observaciones contrastando los logros de la Carta y el estado actual de la democracia en las Americas, recalcando la realidad alarmante en la cual se encuentra la región. Shifter abrió el foro a los panelistas, invitándolos a debatir y analizar las razones por la cual este documento histórico no ha podido prevenir la corrosión de la democracia en la región, alentándolos asimismo a explorar las maneras en las cuales este documento pudiera ser fortalecido.
Almagro inició su presentación enfatizando el valor judicial y constitucional que la Carta tiene para la región, afirmando que la Carta no se debe considerar responsable de la violación a la misma. Almagro enumeró las diferentes maneras en la cual este documento es de suma importancia para la región, especialmente en relación a su protección robusta de los derechos económicos y sociales y su promoción del principio de la “responsabilidad colectiva” entre sus signatarios. Almagro terminó su presentación remarcando: el problema no es la Carta…, son los actores políticos que violan esta normativa jurídica”. En sus observaciones, Acosta y Sayan reiteraron la posición de Almagro: Sayan sostuvo que esta situación precaria no es única a las Americas; la democracia se está viendo amenazada globalmente. Afirmando que la Carta no puede ser culpada por el estado actual de la democracia en la región, Acosta argumentó que factores mayores —principalmente la desilusión general con la democracia y con la OEA sí misma — pueden explicar de manera más concreta porque el hemisferio occidental esta siendo testigo de tal erosión democrática. Acosta también hizo referencia a las economías ilegales y las redes de protección de las mismas como factores importantes para esta situación, mencionando también la perpetuación de desigualdades socioeconómicas y la ideologización de la democracia —que también incurren amenazas para el estado de derecho.
Como ministro de relaciones exteriores de Perú durante la firma de la Carta, Sayan presentó el contexto histórico de la Carta y sus inicios: los mismos componentes que lograron derribar la dictadura de Alberto Fujimori (concretamente la movilización de la sociedad civil y la participación activa de la comunidad Interamericana) fueron introducidos dentro del borrador de la Carta presentado por la delegación Peruana a la OEA.
Además de diagnosticar varias problemáticas relacionadas con estado de derecho en la región, los panelistas dialogaron sobre la manera en cual la Carta puede fortalecer y fomentar la democracia en las Américas. Mientras que Acosta sostuvo que su valor como herramienta judicial hace que una reforma de la Carta sea innecesaria, Sayan propuso tener una conversación futura en la cual se discutiría “la función de los órganos intergubernamentales de crédito” dentro de la Carta, proponiendo así la posibilidad de vincular las condiciones de préstamo y los mecanismos de aplicación del documento. Almagro, sin embargo, razonó que la Carta no necesita reforma ya que los mecanismos estipulados dentro de la misma son los suficientemente amplios para abarcar diferentes canales de resolución, sea mediante negociaciones, mediaciones, o misiones especiales. Almagro reiteró que en varias instancias la Carta ha respondido a crisis en la región, como fue el caso en Venezuela, Nicaragua, Haiti y Guatemala.
El panel concluyó con una sesión de preguntas y respuestas. Al ser preguntado por qué la Carta no fue establecida como una convención, Sayan postuló que el consenso con el cual fue firmada la Carta le otorgaba un carácter vinculante. En relación al rol que juega la inflexibilidad presidencial en la erosión de la democracia, Acosta aserto que la “la tradición caudillista [Americana] abona al hiper-presidencialismo”. En sus observaciones finales, Shifter presentó una última reflexión en donde se preguntó qué hubiera pasado si la Carta fuera presentada hoy, estipulando que el clima político actual hubiera hecho la firma de esta carta imposible. Esta reflexión fue reiterada por Almagro, que postuló que el hecho que la Carta haya perdurado a pesar de la inestabilidad política de la región ilustra que “el papel aguanta mucho más que las acciones humanas”.
La OEA debe ser reformada, pero los cambios deben surgir de un análisis preciso de los problemas que enfrenta América Latina y la OEA.
Entrevista con Michael Shifter en «Panorama»
Centroamérica no va para adelante, ha retrocedido en momentos cruciales de la historia de la civilización. La región está pasando por una de las crisis más severas de su historia.