El asesinato de Villavicencio es el ejemplo más burdo de violencia política que debe ponernos a todos en alerta. Es más urgente que nunca abordar la crisis de seguridad en Ecuador y hacerlo dentro del Estado de derecho, sin recaer en la tentación de las soluciones fáciles cortoplacistas de mano dura que a la larga poco ayudan a resolver el problema.