Las pruebas de desempeño son uno de los “temas candentes” en la agenda de la reforma educativa — y por buenas razones. Las pruebas de desempeño son una medida más precisa de la capacidad de nuestros niños de lograr las aspiraciones que tenemos para ellos que las formas convencionales de la evaluación estandarizada. En efecto, nuestras aspiraciones educativas han sido influenciadas por el hecho de que nuestros niños habitarán un mundo que exigirá formas de pensamiento mucho más complejas y sutiles que aquéllas que necesitaban los niños tres o cuatro décadas atrás. Por ejemplo, nuestros niños necesitarán saber cómo plantearse problemas, cómo formular planes para encararlos, cómo evaluar resultados múltiples, cómo considerar relaciones, cómo lidiar con la ambigüedad y cómo cambiar sus objetivos a la luz de información nueva.