This post is also available in: Português Español
En esta entrevista con Tomás Guevara, el presidente del Diálogo Interamericano, Michael Shifter, analizó el gobierno de Nayib Bukele y la espiral de autoritarismo en la que se ha embarcado El Salvador. Se discutió también sobre cuáles se espera que sean los puntos claves de la política exterior de la nueva administración Biden hacia este país centroamericano en particular y el Triángulo Norte en general.
COMENTARIOS DE MICHAEL SHIFTER:
Pregunta (P): ¿Qué se puede decir de El Salvador en este momento en Washington, con el nuevo escenario político ya consolidado y cuando se han desvelado las apuestas para la región?
Respuesta (R): La región en general atraviesa un momento complicado. Era difícil antes de la pandemia, pero terminó de agravarse mucho con la llegada del Covid-19; en cuanto a El Salvador, parece que hay una creciente preocupación por el gobierno del presidente Nayib Bukele. Si bien es cierto que es notable su nivel de apoyo de la gente en el país, lo que empezó con una cierta inquietud de sus tendencias más autoritarias ha crecido mucho y ahora es una posición que comparten tanto demócratas como muchos republicanos en Washington.
P: Antes que Bukele ganara las elecciones presidenciales, usted apuntó que había señales de desgaste del bipartidismo en El Salvador y que había que prestarle atención en relación con otros procesos en la región. ¿Hay alguna diferencia sustancial entre Bukele y otras democracias latinoamericanas que han tenido remecidas del sistema partidario?
R: Hay que definir un análisis más matizado a los argumentos de algunos analistas, que creo que se ha defendido Bukele diciendo que no se debe confundir lo que está pasando en El Salvador con otros países como Nicaragua, Venezuela y Cuba, que transitaron a dictaduras y El Salvador hoy por hoy no es una dictadura, eso es cierto; sin embargo, su comportamiento antidemocrático y contra las normas y principios del estado de derecho muestran señales preocupantes; durante todo el tiempo cuando estaban en el poder tanto ARENA como el FMLN, nunca hubo señales como las que hemos visto con Bukele, a pesar de muchas tensiones y conflictos.
P: El 28 de febrero se despeja la incógnita de si El Salvador tendrá una Asamblea independiente o una controlada por el Ejecutivo. ¿Cómo cree que se adecuará la administración del presidente Joe Biden a ese nuevo escenario?
R: Habrá que ver lo que pasa con las elecciones, pero yo creo que en cuanto a Bukele, la administración Biden ha mandado mensajes muy claros: la decisión de no recibirlo cuando vino a Washington dice mucho. Será un desafío redefinir la relación con El Salvador, obviamente es un país importante para la política de Biden en la región, pero también quedará muy claro que los temas de democracia, derechos humanos, prensa libre y combate a la corrupción ya es parte de la agenda, lo cual estuvo ausente los últimos cuatro años, con Donald Trump.
P: ¿Qué podríamos esperar de la apuesta de Biden por el Triángulo Norte, sabiendo que estos tres países en este momento transitan por diferentes situaciones, sobre todo en cuanto a democracia?
R: Es una región difícil de estratificar; sin embargo, el presidente Biden tiene un claro compromiso con el Triángulo Norte de Centroamérica, algo que mostró claramente cuando fue vicepresidente.