El rezago educativo es un problema presente en toda América Latina y El Caribe que, junto con retrasar los aprendizajes y motivar la deserción escolar, se manifiesta en un menoscabo de la confianza y autoestima tanto de alumnos como de profesores.
En este número se presenta la experiencia de dos países —México y Brasil— que han abordado durante la última década este problema que aqueja en especial a la población de zonas rurales e indígenas.
Contrariamente a la tendencia tradicional de explicar el rezago educativo por los factores extraescuela (pobreza, regímenes políticos desinteresados en la educación), en estos casos las acciones buscan mejorar principalmente los factores intraescolares. Para ello, han diseñado programas concebidos en forma integral, que abordan desde los materiales y textos escolares, hasta la capacitación y estímulos para los docentes, pasando por inversiones en infraestructura, fortalecimiento institucional y mayor compromiso de la comunidad y de las familias con el proceso educativo.
La experiencia muestra que si bien estos programas no pueden resolver por sí solos todos los problemas derivados del rezago educativo, sí pueden contribuir a tender puentes para articular los sistemas educativos estatales, la red pedagógica y los demás programas institucionales.