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La tasa de homicidios en México aumentó un 16 por ciento en la primera mitad de este año, en comparación con el mismo período del año pasado. Es la tasa más alta desde que se comenzó a registrar esta información en 1997, según el Associated Press. Durante los últimos 12 años, los presidentes de México han declarado guerra contra los carteles de drogas del país, pero se les critica que la violencia ha continuado sin disminución. El presidente electo Andrés Manuel López Obrador se encargará personalmente de la estrategia de seguridad de México cuando empiece su término presidencial el 1 de diciembre, según un consejero del gobierno. ¿Ha fallado la estrategia de seguridad y narcotráfico de México durante la última década, o ha habido progreso? ¿Cuáles son las razones detrás del aumento en matanzas este año? ¿Cuál será la agenda de López Obrador en materia de seguridad, y será él capaz de reducir la violencia en el país?
Francisco Rivas, director general del Observatorio Nacional Ciudadano en México: “Le restan sólo 4 meses al actual gobierno federal para concluir su administración, un gobierno que cerrará con los peores registros de violencia desde 1997. A lo largo de este sexenio se han roto una y otra vez récords negativos en materia de homicidio, secuestro, extorsión, narcomenudeo y robo a negocio, en un contexto de atomización de la incidencia delictiva en el territorio nacional y del tipo de delitos que se cometen en el país. El año pasado hubo la mayor tasa de homicidios de los últimos 21 años, y en el primer semestre del 2018 se registró un aumento del 16.94 por ciento. Según estimaciones que elaboramos en el Observatorio Nacional Ciudadano, este año rebasará al anterior con un aumento de la incidencia de este delito de entre el 5.5 y el 15 por ciento. ¿Falló la mal llamada “Guerra contra el Narco”? Una respuesta absoluta en términos de sí y no, sería un error de evaluación. ¿La acción en contra de la criminalidad organizada era obligatoria? Sí, el Estado no podía permitir el crecimiento de un poder paralelo. ¿Tuvo algún efecto la misma? Sí, logró fragmentar el poder de la delincuencia organizada. ¿Era este el objetivo esperado por la población en general? ¡No! La fragmentación produjo un desplazamiento de la violencia centrada en los grupos criminales a una violencia más cercana a los ciudadanos. Cabe especificar que los aspectos que no han permitido el éxito de la estrategia de seguridad iniciada en el 2006 van desde la negligencia de los gobiernos locales en construir sus propias capacidades de seguridad y justicia, la falta de una estrategia efectiva del presidente Peña Nieto para prevenir y reaccionar a los delitos, la debilidad del sistema de procuración, administración y justicia, hasta la incapacidad de los gobiernos locales de debilitar las redes de corrupción y lavado de dinero. Ante estos retos, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, deberá tener un plan claro para reducir la ocurrencia de delitos que afectan la seguridad de los mexicanos: debilitar la capacidad económica de los delincuentes, prevenir la ocurrencia de nuevas formas de incidencia delictiva, generar confianza en las instituciones, romper las redes de corrupción que debilitan el acceso a la justicia para las víctimas del delito y que protegen a los grupos de delincuentes, generar incentivos para que el aparato del Estado funcione, recuperar al sistema penitenciario, mejorar la reinserción social, y sobre todo, promover en el ciudadano común una cultura de legalidad. A menos de 100 días del arranque de su gobierno, poco apunta a que exista esa visión clara en el modelo de seguridad que plantea AMLO para México.”
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