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En 2024 la continuidad dictatorial seguirá provocando pérdidas sociales irreversibles en Nicaragua.
La economía crecerá por inercia, gracias a la migración y el flujo de las remesas, no por la gestión política del Gobierno cristiano y solidario.
La población estará agrupada en torno a tres sectores sociales: un núcleo minúsculo pro status quo; una mayoría pasiva y silenciada que se adapta, no se acomoda al sistema ante el miedo y la represión, pero cree en la democracia; y un bloque que resiste al clan dictatorial y demanda cambios urgentes.
Desde el poder, Ortega-Murillo continuarán la única política de Estado que ha existido desde 2018, represión, cárcel, corrupción, miedo y expulsión.
Para muchos en el mundo Nicaragua ya es un caso perdido, pero para un grupo importante de países e instituciones internacionales, la causa de la democracia continúa. Los que apoyan esta causa tienen la responsabilidad de alimentar la esperanza con muestras concretas de presión contra la dictadura.