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El avance de la inteligencia artificial (IA) está transformando a todos los ámbitos de nuestras vidas, incluyendo el Estado de derecho a nivel global, a un ritmo que supera la capacidad de adaptación de nuestras instituciones democráticas. Este desafío dificulta establecer normas que sean predecibles, claras y justas para regular y supervisar su uso. Este tema fue el eje central del evento organizado por el Programa sobre Estado de derecho del Diálogo Interamericano y Luminate.
Tamara Taraciuk Broner, directora del Programa sobre Estado de derecho del Diálogo, abrió el evento resaltando que “A pesar de los beneficios que acarrea la tecnología de la IA, sin regulación y cumplimiento, también genera enormes riesgos de contribuir a la polarización y a la desinformación, amplificando información de poca integridad o mala calidad, que a su vez perpetúa inequidades”. En este contexto, Felipe Estefan, vicepresidente de programas de Luminate, subrayó las inquietudes de la sociedad latinoamericana, enfatizando que “el 37 por ciento de la ciudadanía coincide en que la IA podría aumentar las desigualdades en sus países [mientras que] la proporción se eleva al 44 por ciento entre quienes declaran conocer bien esta tecnología”.
Durante el panel, Claudia Báez, creadora de Odín Project y cofundadora de Cuestión Pública, profundizó en cómo la inteligencia artificial puede ser una herramienta aliada para el periodismo independiente al automatizar tareas como vincular bases de datos de investigaciones con la agenda mediática, potenciando la visibilidad de las investigaciones y la rendición de cuentas. Citó el caso de Cuestión Pública y su investigación “Sabemos lo que hiciste la legislación pasada”, donde la IA permitió agilizar el análisis de una base de datos de más de 4.000 observantes, vinculándola con eventos en tiempo real para aportar contexto y relevancia inmediata.
Por su parte, Cristóbal Fernández, jefe de la Sección de Cooperación Técnica Electoral en la OEA, abordó el impacto de la inteligencia artificial en los procesos electorales, calificándolo como incipiente pero significativo. Señaló que, aunque la IA facilita la creación de contenido como gráficos, afiches y audios, lo que abarata costos y amplía la difusión, también plantea riesgos importantes. “Lo más preocupante es la generación de audios atribuidos falsamente a candidatos, como llamadas telefónicas que nunca ocurrieron”, advirtió Fernández, subrayando el potencial de estas prácticas para influir negativamente en la confianza pública.
Adentrándose en el tema de la creación de inteligencia artificial, Vanina Martínez, investigadora titular en el Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial, destacó que el poder detrás del desarrollo y avance de esta tecnología está concentrado en manos de unos pocos actores del sector privado. “La concentración de poder influye en las reglas del juego, donde solo un puñado de países o regiones negocia con estas empresas. Hoy, ningún Estado, laboratorio o universidad tiene los recursos necesarios para competir en este terreno dominado por el sector privado”, subrayó.
Fernanda Martins, directora de Investigación y Desarrollo en InternetLab, advirtió que la IA perpetúa prejuicios y desigualdades, afectando especialmente a poblaciones afrodescendientes, personas trans y comunidades en condiciones de indigencia. “El reconocimiento facial es un ejemplo claro, pues estos grupos enfrentan mayores obstáculos para demostrar su inocencia, mientras los intereses privados expanden este recurso en la región”, señaló. En esta línea, Paola Ricaurte, profesora en el Departamento de Medios de Comunicación y Cultura Digital del Tecnológico de Monterrey, subrayó la importancia de crear normativa que sirva para contrarrestar las desigualdades. “Es crucial adoptar marcos como las recomendaciones de la UNESCO y fomentar tecnologías alternativas con enfoques holísticos desde la academia”, concluyó.
En sus palabras de cierre, Felipe Estefan reflexionó sobre la importancia de abordar los desafíos que plantea la inteligencia artificial desde una perspectiva inclusiva y centrada en el bienestar social. Aunque esta tecnología tiene el potencial de transformar nuestras sociedades de manera positiva, es crucial garantizar que no exacerbe las desigualdades existentes.