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A pesar de las numerosas similitudes que aún subsisten, los países de América Latina han ido experimentando paulatinamente algunas modificaciones en la macroasignación de los recursos para educación. La tendencia descentralizadora de la región obligó a replantear las relaciones financieroeducativas entre los diferentes niveles de gobierno. Al mismo tiempo, se han ido aplicando distintos métodos para asignar los recursos a las escuelas, que van desde propuestas más burocráticas, basadas en la oferta educativa (fundamentalmente plantas docentes) –que son las que han predominado en la región–, hasta las de mercado, basadas en la demanda por educación (cantidad de alumnos). A partir del estudio de la experiencia de siete países, se presentan a continuación algunas reflexiones respecto a los distintos modelos y los desafíos que enfrentan.