En el contexto de numerosas reformas educativas que apuntan a la descentralización, autonomía escolar, mayor responsabilidad por los resultados de parte de las escuelas, focalización en los aprendizajes de los alumnos y metas más altas en cuanto a sus resultados, se ha redefinido el rol de los directores escolares así como sus responsabilidades de liderazgo.
Con ello, los sistemas educativos se enfrentan a la necesidad de incrementar los incentivos para hacer del liderazgo escolar una tarea atractiva para quienes la ejecutan o aspiran a hacerlo, y ofrecerles opciones formación para fortalecer sus capacidades de liderazgo.
En este número se presentan programas desarrollados en Estados Unidos para reclutar, formar y retener directores de escuela de excelencia profesional, que son un ejemplo de cómo se está abordando este desafío. Se trata de iniciativas que tienen distintos niveles de desarrollo, grados de cobertura y métodos de reclutamiento de los participantes, pero comparten el énfasis en el aprendizaje a partir de la práctica y, en algunos casos, combinan en forma simultánea la formación de capacidades con responsabilidades laborales remuneradas en cargos directivos.