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En América Latina y el Caribe hay interrogantes acerca de qué tan punitiva será la política de Trump con la región, qué países serán los más castigados y qué resultados tendrá Trump con estos países. No es accidental, después de todo durante su primer período renegoció el acuerdo comercial con México y Canadá, canceló la cooperación hacia Centroamérica, empezó la construcción del muro en la frontera con México, criticó y sancionó a Maduro, Ortega y a FINCIMEX en Cuba. También eliminó el TPS, se expresó peyorativamente contra países como Haití y evitó visitar la región con pocos viajes a México o Argentina.
Todo nuevo Gobierno presenta su plataforma de manera diferente. Para este nuevo mandato, Trump no ha identificado prioridades específicas sobre América Latina, por lo que es muy temprano determinar esos cambios. Para Biden las prioridades empezaron con Centroamérica (el Triángulo Norte), seguido de México y la migración, así como un poco abordar la situación de Nicaragua, Venezuela y Cuba. En el transcurso de su Presidencia, el péndulo cambió de posición algunas de esas prioridades —con Cuba hizo muy poco, con Nicaragua aplicó mínimo esfuerzo en implementar la Ley Renacer (pero hizo mucho con apoyar la oposición e integrar a los presos liberados), en Venezuela se involucró en resolver la liberación de los presos y promover una negociación hacia elecciones libres (lo cual no fue frutífero).
Bajo un Gobierno de Trump, el tema número uno es la migración, la cual es un tema de política exterior toda vez que los países de donde provienen estas nacionalidades son fundamentalmente países políticamente difíciles y están expulsando a su gente. También Estados Unidos ha aprendido a manejar la migración desde un enfoque bilateral y multilateral, por lo que queda pendiente determinar el futuro de la implementación de la declaración de Los Ángeles de parte de este nuevo Gobierno.
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