Dos experiencias centroamericanas demuestran que un buen programa de autogestión escolar puede ser una eficaz alternativa para aumentar la cobertura educacional en áreas rurales pobres. El Programa con Participación de la Comunidad — EDUCO— en El Salvador, y el Programa Nacional de Autogestión para el Desarrollo Educativo —PRONADE— en Guatemala, han integrado en forma activa a los padres y comunidades en la administración y decisiones de la escuela. En ambos casos, se ha llegado a atender a alrededor de 200.000 niños, lográndose resultados educacionales comparables con los del sistema tradicional. Estos dos programas constituyen un ejemplo de gestión descentralizada y participativa para mejorar el uso de los recursos destinados a educación y se han convertido además en un ejercicio de democratización en sus respectivos países.