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A poco tiempo de concluir la campaña electoral más visceral de la que se tenga memoria —falsedades, insultos, nacionalismo xenófobo, sexismo y oportunismo—, la posibilidad de que Donald Trump gane preocupa y desconcierta a diplomáticos, políticos y académicos que temen que si el aspirante republicano es electo presidente de Estados Unidos, “será un desastre para México”, como señala el ex embajador Jeffrey Davidow.
Ante esa posibilidad, y la aparente ausencia de una estrategia bien articulada del gobierno de Enrique Peña Nieto, cabe preguntarse: ¿está México preparado ante la eventualidad de que el 9 de noviembre nos levantamos con la noticia de que Trump derrotó a la aspirante demócrata Hillary Clinton? ¿Qué debe hacer frente a las amenazas de deportaciones masivas de mexicanos y de revocación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)?
En busca de respuestas, Forbes México consultó a diplomáticos, analistas y politólogos, así como a un alto funcionario estadounidense que, no autorizado a expresarse on the record, pidió permanecer en el anonimato.
Sus reflexiones no arrojaron consenso. Mientras que Davidow afirma que México debe concentrarse en mejorar su imagen externa y no dar la impresión de inmiscuirse en el proceso electoral, el embajador Arturo Sarukhán dice que se deben fortalecer los vínculos con congresistas y funcionarios republicanos y no mandar señales a favor de renegociar el TLCAN.
El ex embajador Jim Jones no descarta que México, de ser necesario, responda con represalias comerciales. El también ex embajador Tony Garza espera que Trump reflexione, de lo contrario habrá una etapa de incertidumbre con repercusiones negativas en ambos lados, prevé.
El funcionario de la administración Obama entrevistado opinó que México debería estar preparando a funcionarios de la Secretaría de Comercio a renegociar el TLCAN, así como el lanzamiento de un vasto programa para convertir en héroes a los deportados por Trump.
El politólogo Tony Payan manifiesta que hay indicios de una campaña del gobierno mexicano en Estados Unidos, pero considera que no es suficiente, pues se requiere una “campaña mediática” bien orquestada y financiada como la de Carlos Salinas con el TLCAN; de cerrarse más las encuestas, crecerá la incertidumbre, con consecuencias “desastrosas” para el peso, escenario ante el cual México no puede hacer mucho, indica.
Por su parte, el analista Michael Shifter estima que hay poco que México pueda hacer para “prepararse” ante la amenaza de deportaciones masivas, mientras que la investigadora Maureen Meyer expone que México debería redoblar esfuerzos y la asistencia legal para apoyar a la población expulsada.
Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano:
La retórica de Trump ya está afectando la relación bilateral, especialmente después de su sorpresiva y extraña visita a México para entrevistarse con el presidente Peña Nieto.
Dada su volatilidad y frecuentes virajes, es difícil anticipar qué hará Trump como presidente en casi todos los temas, incluida la relación con México. Si hay algo que hemos aprendido es que es absolutamente impredecible.
Pero si Trump trasladara a la Casa Blanca su retórica contra Latinoamérica y México, las relaciones sin duda sufrirían, afectando la intensa cooperación bilateral sobre comercio, inversiones y seguridad, entre otros.
La mera sugerencia de renegociar el TLCAN bastaría para perjudicar las expectativas de negocios en ambos países.
Para México, la mejor manera de prepararse sería involucrándose con actores estadounidenses que están comprometidos a conservar el TLCAN, y construir una comisión binacional de líderes 110 empresariales y políticos, y de organizaciones de la sociedad civil interesados en proteger y fortalecer la integración económica entre los dos países.
Es inútil y arriesgado tratar de involucrar a Trump, especialmente antes de las elecciones, como se dio cuenta Peña Nieto.
Si fuera a ganar Clinton, es casi inconcebible que su gobierno procedería a renegociar el TLCAN. Conoce perfectamente lo que está en juego, y entiende plenamente las consecuencias… y cualquiera que sean sus inquietudes, sabe que durante más de dos décadas (el TLCAN) ha sido pilar de la relación Estados Unidos-México.
Además de tener un enorme costo para Estados Unidos, forzar la deportación de millones de indocumentados de la noche a la mañana sería logísticamente imposible y una grave violación de derechos humanos.
No hay mucho que pueda hacer México por sí solo para “prepararse”, además de involucrarse con actores políticos, económicos y sociales en Estados Unidos que se oponen fuertemente a las deportaciones masivas y, en su lugar, promueven una reforma razonable al sistema migratorio estadounidense. Por ahora, para México, un enfoque cauteloso probablemente sea lo prudente.