Es habitual que el sector privado exija reglas de juego claras y seguridad jurídica para operar. Es menos común que líderes empresariales hablen de democracia y derechos humanos. Se actúa como si lo primero pudiese existir sin lo segundo. Puede, pero en sociedades muy diferentes a las que queremos vivir.
A primera vista, la tarea central del empresariado es desarrollar una actividad productiva que permita obtener rentabilidades por el esfuerzo, trabajo y recursos invertidos. Para su éxito, se requiere creatividad e ingenio, liderazgo, visión y adaptabilidad a escenarios cambiantes.